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Crónicas

Horacio Guarany, cantor popular, escribió en 2005: “El primer sauce y sus parientes poblaron de tal manera la zona que algún poeta… al contemplar desde el puerto al florido terraplén, lo bautizó: ALTO VERDE”.

Alguna vez, hace muchos años, fue él quien vivió su infancia en el lugar y alegró a los vecinos con sus cánticos. Hoy, son tres jóvenes cantantes de rap que conforman el grupo “La Voz del Pueblo” quienes hablan en nombre de Alto Verde, quienes representan la esencia del barrio y luchan por extirpar de allí todos los males que lo condenan: violencia, droga y asesinatos.

Alto Verde está a sólo 3km del centro santafesino, rodeado por ríos e islas y unido con la Capital por los puentes Nicasio Oroño y Malvinas Argentinas. Pasar de un sitio al otro lleva apenas unos minutos pero el contraste que impone su paisaje costero con el centro de la ciudad es llamativo.

En el barrio no hay empresas ni fábricas, ni grandes supermercados o construcciones en altura. Entre calles de tierra, pasillos laberínticos y casas coloridas conviven pescadores, albañiles, empleadas domésticas y empleados públicos. Algunos se ganan la vida vendiendo alimentos que hacen con sus propias manos y venden al son del golpe puerta por puerta y los boteros trabajan bajo el sol transportando personas del barrio al centro de la ciudad, cruzando el río.

Pero también están los otros; los que hacen que Alto Verde aparezca en la tapa de los diarios por terribles asesinatos o hechos vinculados al narcotráfico. Son quienes desdibujaron la esencia del barrio y convirtieron a “Alto Verde en algo tan temido por nuestra sociedad”. Como afirman Milton, Miqueas y Alex en una de sus letras, esas que reflejan situaciones del lugar, las mismas con las que luchan contra la violencia y la inseguridad. Con cada palabra demuestran su pasión por intentar que el barrio vuelva a tener el silencio y la tranquilidad que el ruido de las balas corrompió.

Un día con ellos

 

El mate es la compañía inseparable en el pequeño taller de “La voz del Pueblo”. Allí, los tres enseñan a “rapear” a chicos que intentan escapar de la calle y la droga. El lugar sólo tiene una mesa con sillas a su alrededor, una heladera, una cocina donde preparan la copa de leche a sus alumnos, y los elementos de trabajo conformados por una batería, micrófonos y una guitarra.

Es un lugar sagrado para ellos, como el barrio que los vio crecer. A cada paso, los vecinos se acercan a saludarlos como si fuesen estrellas de rock o jugadores de fútbol. A pesar de que los ven todos los días, el grupo que formaron se convirtió en un ícono del lugar y en un referente para los más chicos. Así, haciendo honor a su nombre, cantan con los lugareños sus canciones, entre las que se destaca, “Alto Verde”.

El parque, la iglesia o el puente que separa el paraje “La Boca” de Alto Verde, son sitios que la banda visita con frecuencia. Aun así, su taller es el lugar que eligen para refugiarse, ubicado a pocas cuadras de la entrada a Alto Verde, en la manzana 3. En frente está la casa de Milton, quien comenzó con la formación del grupo de rap y atrajo a sus compañeros para que lo acompañen. Así, hace varios años nació “La Voz del Pueblo”, del canto de tres chicos que luchan, día a día, para que los niños no pierdan su inocencia, para que las balas no se adueñen de las calles, para que Alto Verde no sea más “el lugar tan temido por nuestra sociedad”. Ellos cambiaron su destino y ahora buscan cambiar el de su barrio tan querido. Son “La Voz del pueblo” y como lo reflejan sus canciones nadie los va a callar.

Tan lejos y a la vez tan cerca 

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